Se busca muchacha
Según el Sindicato de Trabajadoras del Hogar, el 50% de “empleadas domésticas” llega a Lima con engaños o raptadas. Fotografías: Dánae Rivadeneyra.
Adelinda Díaz y Sofía Mauricio son dos mujeres que migraron de sus lugares de origen en busca de un mejor futuro para ellas y sus familias. Dos mujeres que en realidad eran unas niñas —7 años en el caso de Sofía— cuando alguien les prometió que las tratarían como “familia”.
La realidad fue muy distinta. Se convirtieron en “empleadas”, trabajadoras del hogar. Su régimen laboral: la trata.
— ¿En cuatro paredes quién nos defiende?, ¿quién defiende a esa niña que llega con tantas aspiraciones? —protesta Adelinda. Cincuenta años después de haber sido captada por un grupo de monjas, nada ha cambiado.
LOS CULPABLES, NOSOTROS
La historia es conocida y a muchos de los limeños nos parece natural. Si no le ha pasado a usted mismo, por lo menos conoce el caso de algún familiar o amigo que ha pedido que le traigan a una muchacha de provincia para que trabaje en su casa realizando labores domésticas.
Esta vieja costumbre, en realidad, es parte de una cadena inhumana de trata laboral.
— Oye, ahora que te vas a la sierra tráeme una muchacha pues para que trabaje en mi casa —fue el pedido que le hizo una amiga a Sofía Mauricio sin sospechar que ella es una defensora de las trabajadoras del hogar.
Lee el informe completo sobre la trata laboral de la empleadas del hogar en: Se busca muchacha